20 de mayo de 2009

Lluvia



Recordáis La Historia Interminable? Os acordáis del valiente Atreyu? Sí, aquel chico que junto al dragón de la suerte Fújur logró encontrar la manera de salvar el reino sin fronteras de Fantasía. Pues bien, Atreyu era un hombre de hierba, procedente del Mar de Hierba, una pardera tan extensa que parecía el mar. La hierba crecía hasta tener la altura de un hombre y una suave brisa creaba olas en la vegetación.

Los hombres de Hierba tenía el pelo negro azulado, incluso los hombres lo llevaban largo, a menudo, en trenzas, y su piel era de un color verde oscuro que tiraba un poco a castaño, como el de las aceitunas.


Años después de la hazaña de Atreyu, a un primo lejano suyo, llamado Elinou le ocurrió algo que le pareció maravilloso. No era un aventura, ni siquiera él lo contó ni volvió a hablar de aquel acontecimiento. Porque no tenía importancia épica y sólo en su corazón tenía tanta influencia como el mayor de los viajes.


Resulta que un día iba paseando solo, como acostumbraba. Disfrutaba de su soledad. Iba detrás de un rebaño de búfalos púrpura cuando el sol se escondió. Algo extraño para esa época del año. Una gota cayó sobre su frente, sobresaltándolo. Luego fue otra y luego otra las que cayeron, hasta que Elinou perdió la cuenta y empezó a llover a cántaros.

Lejos de buscar refugio, el joven se vio lleno de una misteriosa euforia y se puso a danzar. Danzar bajo la lluvia, dando vueltas hasta perder la orientación. El tiempo se detuvo mientras bailaba hasta que se dio cuenta que no estaba solo. Una chica, en la que se vio reflejado bailaba con él. Primero a distancia, mientras se miraban y reían felices. Luego se fue acercando. El pelo le caía sobre el rostro, pero sus ojos no dejaban de brillar. Sus manos se unieron y sus cuerpos se acercaron hasta bailar en un abrazo. Hasta bailar siendo una sola persona que, de hecho, es lo que eran. El mismo ser. Él, ella y la lluvia.

De pronto se vio liberado del abrazo. Abrió los ojos y no pudo ver sino miles de libélulas cegándolo. De colores azul, rojo y púrpura.

Cuando se fueron sólo quedó Elinou, el sol, ese estupendo olor a hierba mojada y una sonrisa en su rostro que jamás podría borrar.


1 comentario:

la sombrilla viajera dijo...

¡Mooola eso de sonreír!

¡Y la canción!
¡Y la canción!

:D