16 de abril de 2010

Stars

La pequeña estrella se despierta poco a poco. Le cuesta mucho desperezarse y abrir los ojos del todo. Desayuna un tazón de cereales y sale de su casa.

Fuera hace mucho sol y la estrellita se siente desdichada. No logra encontrar su brillo. No se ve brillar, ni siente que nadie la vea hacerlo. Se siente triste, sola e incomprendida. Pero no importa, está acostumbrada a ello.

La pequeña estrella arrastra los pies durante todo el día bajo el sol, intentado entretenerse. Luego, al llegar a casa, se acuesta. Tras varias horas dando vueltas en su cama, logra quedarse dormida.

Sólo entonces el sol se va, dejando paso a la noche. Y es entonces cuando la pequeña estrella brilla con toda la intensidad del mundo. Tan brillante como la que más. Y es entonces cuando se ven las miles de estrellitas que flotan a su alrededor, mirándola con cariño y miedo.


Y es que tal vez la única razón por la que no ve su brillo es porque lo busca con una luz inadecuada. A veces hay que apartar el sol y mirar al cielo de noche.

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